*
Su camino abrió las puertas
su cielo se despertó a descansar
gritó fuego en los carnavales
y el mundo se le empezó a incendiar.
No hicieron falta sus muertos
había vida para enterrar,
tomó el problema de sombrero
y lo lució en su funeral.
Sonrió con dientes de astillas
apostó a su piel: un sentir,
en su propio cantar se hizo agua
y se ahogó en un mentir.
Después todos quisieron
comprarle su bienestar,
les dejó de oferta el silencio
y el montón se echó a callar.
Ahora anda vagando
con el mazo bajo la manga
dibuja letras con palabras
y de tinta pinta su venganza.
Acostado
mira el techo
en el lado vacío del colchón
tiene madrugadas para usar de excusa
y tiene sus ojos cerrados
guardando su dolor.
*
Fotografía propia.
*
martes, 19 de abril de 2011
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